Resulta que decidí subirme a un trolebús, con eso de los putos manifestantes de mierda de la CNTE y sus pinches arrimados los SME y los apestososo emo-chaka-regetoñeros de san judas el tráfico y el metro iban a estar de la tostada.
Así que muy precavido yo, salí de mi madriguera tempranito. Caminé hasta llegar a la avenida donde pasa cierta ruta de trolebús que me acerca a mi club amigos de godínez preferido, que muchos llamarían trabajo.
Tuve la suerte de acomodar mis pompis en un asiento sin agua, mugre, grafitis, basura o chicles pegados al asiento.
Paulatinamente el transporte eléctrico se fue llenando, como era de esperarse, de gente apestosa a cigarro y perfume barato, damitas godínez con exceso o con falta total de maquillaje, gordos y gordas con niños chillones; para que al cabo de unas cuantas estaciones estuviera totalmente abarrotado haciendo honor al tercer mundo y a la sobrepoblación que caracteriza esta bonita ciudad.
Sí, ocioso lector. Escribí bonita ciudad. Tenemos una ciudad excelente y un país maravilloso, que esté lleno de nacos y mediocres es otra cosa.
Continuando con mi relato, que ya tomaba tintes dantescos, al pasar una avenida principal el motorcito del vehículo comenzó a hacer ruidillos desconcertantes, que poco importaba pues ya sabemos que los trolebuses de hace décadas que no son nuevos, simplemente los pintan.
El pedo fue cuando se empezó a frenar en pausas cortas e intermitentes hasta que se paró por completo.
El heróico chofer trató de resucitar la unidad y tras pocos minutos de desesperación de la multitud hacinada dentro, abrió ambas puertas para anunciar que nos pasáramos al trolebús de atrás.
La noticia evidentemente desató una manada de empujones pues todos sabían que el subsiguiente vendría igual de lleno y pocos podrían abordarlo.
Y yo, ni como escapar, salvo haber brincado desde una ventana no podía llegar desde mi asiento a alguna de las puertas que me quedaban a igual distancia la una de la otra.
En poco tiempo se aproximaba el otro trolebús y todos los fulanos y fulanas desesperados, que de por sí al pinche mexinaco promedio siempre se le hace tarde, estaban al acecho para colgarse como pinches changos y no llegar más tarde de lo habitual, porque dudo mucho que alguna vez lleguen temprano a su trabajo.
Y así sucedió. Unos cuantos se fueron colgados. Otros con más baro tomaron taxi. Pero la mayoría esperamos otro trolebús. Yo sin pedos esperando. No porque no pudiera irme en micro o tomar rutas alternas, sino que soy muy codo y yo sí salgo con suficiente tiempo que por si el metro que por si la marcha que por si tiembla que si la manga del muerto...
Así que mientras esperábamos el chofer del trole seguía intentando y finalmente consiguió arrancar la unidad y dijo "ya se pueden subir".
JAJAJAJA que poca madre. Nos troleó bien chingón.
Un triste e insignificante chofer nos troleó a más de 100 godínez.
Ese cabrón debió ganar una apuesta o algo, aunque estoy seguro que al mexinaco promedio que se fue colgado como mosca en caca no le hizo ninguna gracia... pero igual ni se enteraron de que siempre sí arrancó.
Y con tiempo suficiente regresé mis nalguitas a mi asiento original... que ya se había enfriado =(
El Troll-ebús arrancó sin exceso de chusma y peste y los que quedamos esperando pudimos sentarnos y hasta sobraron asientos.
Hasta aquí mi relato.
Ahí les dejo unas fotos de chusma en el transporte público, un simio apestando a cigarro pirata:
Un marranito que no cabe en el asiento:
Unos chakitas tragando elotes y esquites y muy modernos con su telefonito:
y otro de esos naquitos que se sienten guapitos pero tragando tostitos y chupándose los dedos muy cómodamente en el metro... finísimo.
Y los 3 cochinitos ya están en
y fin.