domingo, 4 de enero de 2015

Historias cortas del transporte público

Las risitas pendejas:
¿A quién no le ha ocurrido treparse en el metro/camión/micro o demás y tener que soportar una letanía de pendejadas y peor aun, de las risitas pendejas de pubertos de secundaria o de aquellos no tan pubertos, y por lo tanto sin excus para tremenda pendejez?

Ya que ir por allí matando gente es ilegal a menos que trabajes en el gobierno o tengas un chingo de varo lo recomendable desde hace años es llevar tus audífonos.


Pepe:
Habíase una vez un niño "Pepe", quien quería sentarse en el sobreatascado transporte. Pepe parecía poco brillante, tal como la escuincla que supongo es su hermana y su madre, un trío de inútiles, de esos que se suben por atrás, que a veces ni pagan su pasaje, que van tarde a la escuela los muy huevones y que encima de todo queiren sentarse. 
Ocurrió que en esa ocasión 2 ancianos se estaban haciendo de palabras porque se empujaron. No tengo idea de quién empezó y al final los dos tibios no pasaron de decirse pseudoofensas, entre el pequeño y fingido alboroto, el poco brillante Pepe, en un asomo de aprovechamiento (como es frecuente entre las personas que son educadas en el fino arte de el apirañamiento) rapidito puso su mochila en el todavía caliente asiento de alguien que se estaba levantando. La hermana quiso sentarse pero la madre la reprimió. El ganón fue Pepe.

-No hay imagen de Pepe, no hallé una foto de un niño naco equiparable al del relato-
 


Periodo de prueba:
Andábase quejando un naco de mierda, de haber sido despedido tras el periodo de prueba, de un empleo. Nadamás escucharle unir dos frases y no cabe la menor duda de que independientemente de su desempeño (que por lo que le contaba al otro naco, dejaba mucho que desear) y ni falta hace hurgar para que incluso el más tolerante del mundo lo heche de cualquier empresa. No todas las empresas son el paraíso laboral, pero que esto le haya ocurrido más de una vez... bueno, para acortar el cuento el miserable en cuestión, vestido con un traje barato, un porte nada confiable y un lenguaje de excelencia arrabalera iba a buscar nuevo empleo. Sepa su abuela de qué podría trabajar alguien así y durar más allá del periodo de prueba.


¿Culpa?:
Pues andaba yo trepado en el transporte, me había recorrido, llevaba mucho tiempo parado en el atascado y sudoroso hojlaterío rodante. Se sube entonces un par de pinches nacas verduleras por la puerta de atrás, junto con toda esa chusma indeseable que no se forma ni respeta la fila en las paradas. Estaban esas gentuzas a varos metros de mi, cuando se desocupa un lugar frente a mi y lo ocupé.
Al avanzar y recorrerse después del descenso del pasaje, al que por cierto estorbaban las pobres bastardas con su par de bultos y sus kilos de manteca en las lonjas cada una, dicen "ya no hay caballeros" y, al no obtener reacción o respuesta alguna, repitieron su frase. En ese momento me inflé cual pavoreal en mi asiento, con gozo y satisfacción de que se fueran paradas... me regocija su frustración.


Caras de angustia:
Es bien sabido que en este pinche tercer mundo pocos trabajamos en lo que nos gusta.
Es triste que no haya oportunidades, pero es peor que al llegar al trabajo la gente platique, se maquille, desayune y se haga pendeja un rato, reduciendo su productividad.
¿Han visto las caras de las personas cuando van a trabajar?
Es un espectáculo deprimente, que a mi no me baja el ánimo, pero tampoco me alegra. Gente que luce cansada, frustrada, triste, enojada, que cuando va con un compañero o compañera, no hablan de cosas personales o divertidas, 90% de esas conversaciones con quejas, se los aseguro, ociosos lectores, queja tras queja de lo horrible que se la pasan en su trabajo, sea cual sea la causa: el jefe, el compañero, el vigilante, el horario, el sueldo, etc. etc.
Mi sugerencia es ponerle huevos a lo que hagas, hacer las cosas bien, para que se salga de la mediocridad, incluso recuerdo que mi primer trabajo fue en un KFC, iba a trabajar, no a pendejear y hasta los baños lavaba chingón ¿el resultado? antes de cumplir el mes ya me estaban capacitando para jefe de piso.






Así que, ociosos lectores, denle con todo y encuentren el trabajo de sus sueños, para que todos los días lo realicen con gusto y con excelencia, el éxito llegará solito...


 ...y fin.


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